Mientras la comisión de familiares y amigos del diputado Rubén
Almará hace un piquete telefónico en su programa de su radio para solidarizarse
con quien sabe que cosa, los repudios hacia el legislador se repiten minuto a
minuto. “Yo no culpo a los medios nacionales por su ignorancia, pero que los
periodistas locales no conozcan la idiosincrasia de las provincias del interior…”
increpa el conductor del programa la zaranda. Y me entusiasma pensar que tras
el escándalo, y su repercusión en las redes sociales, llegaría a decir que fue
ahí donde se gestó, esta justamente en discusión si esa es la idiosincrasia que
realmente tenemos en “las provincias del interior” como dicen los porteños.
Es cierto, casi, casi, no hay delito en el apriete, acoso y
bardeo de Almará a la piba de 15 años. Ahora resulta que no se sabe si la chica
tenía o no 15 años, incluso hasta podría haber personas muy poderosas,
financiadas por la embajada de estados unidos detrás de la opereta mediática
para destruir al conductor de radio, desliza un funcionario nacional de quien
sabe que área que llega hasta el estudio para solidarizarse con este mártir de
la causa. El conductor se anima y dice que le avisaron de una operación en su
contra desde las propias filas de Urribarri, y con el correr del programa ya estaríamos
por convencernos de que la piba de 15 fue la que acosó e incluso trató de
abusar sexualmente de Rubén Almará, porque ya lo dijo, a las pendejas les
gustan los tipos grandes que saben encontrar el momento justo para pegarles y
que a ellas les guste. Se solidarizan los abonados Hugo Vázquez, tan naufrago
como Rubén, y Augusto Alasino. Eso sí, pide disculpas porque, se nota mucho, es
un gran papelón, todo. Si uno sale del programa más escuchado del planeta, se
encuentra con que hay un sonante repudio hacia el dueño de radio la voz, un
repudio que estalla como si hubiese ahí una carga contenida. No vienen de
ahora.
El Diputado que llegó con el FEF, que había estado con
Busti, que siendo presidente del Consejo Departamental del PJ injurió a Estela
de Carlotto, que se acercó como pudo al oficialismo, el año pasado saltó a la fama
de los tristemente célebres tras impulsar una carta de intención para que en
caso de conmoción interna se corte la comunicación vía redes sociales, basándose
en lo acontecido durante los saqueos generados por el levantamiento de las
policías bravas de la provincia, que liberaron zonas, incentivaron y
participaron directamente en los desmanes de comienzos de diciembre pasado. Horas
antes de conocerse la iniciativa del legislador, había decidido cortar la emisión
de su radio. El fuerte de la FM, sacar llamados el aire directamente, se le
volvió en contra. Los teléfonos ardieron sembrando el caos que no existía en
Paraná. Es cierto, la Cámara de Diputados le dio vía a la carta de intención a
papá noel, y el ministro Báez defendió indirectamente la iniciativa. El rechazo
social dio por tierra con el proyecto de censurar las redes, y el propio
Ministro de Comunicación y Cultura pidió que el proyecto no sea tratado, aunque
la negativa del Senado ya estaba en marcha.
Más recientemente, tras la noticia del asesinato de un
querido docente de Paraná, la página digital del medio que dirige el Diputado
publicó una nota amarillista y mala leche que encendió la llama del repudio. No
tuvo repercusión en los medios nacionales y los locales no se ocuparon en
profundidad del tema, pero la indignación se hizo sentir en las redes sociales
y en los comentarios a la nota en la propia página que prejuiciosamente
trataba, otra vez, de culpabilizar a la víctima y atribuir la causas del crimen
a su comportamiento que era puesto en dudas, sin consistencia alguna.
Al otro día se conoció masivamente el audio de la nota a la
chica de 15 años y estalló el escándalo.
Es cierto, Almará no es un hecho aislado, por su radio pasan
y pasaron muchas veces, incluso la de Rubén Villaverde, secretario de acción
social de Montiel, convocando a los vecinos a las puertas de los supermercados
donde luego serían reprimidos por la policía en diciembre de 2001. Es, de
alguna manera, un medio popular, que se identifica con lo popular y por su carácter
de micrófono abierto congrega un sector de la población. Pero tampoco todos
somos Almará, como tratan de deslizar algunos. Es cierto, Hugo Cettour, el
ministro de salud que obligó a una niña de 11 años a dar a luz a un hijo
producto de una abuso sexual en nombre de las sacrosantas instituciones y la
medicina decimonónica, es parte de nuestra idiosincrasia; pero también lo es la
legisladora nacional, Sigrid Kunath, una militante de la lucha contra la
violencia de género, que le dio una nueva impronta y gran impulso a la temática
en la provincia. También es parte de nuestra idiosincrasia la erradicación de
los prostíbulos implementada por el gobierno municipal.
No, los entrerrianos y paranaenses, no somos Almará, ni lo
que él ni los medios que propagan esa forma de informar dicen que representan.
Lo demás es de manual, el intento por pegar a Urribarri en
campaña presidencial al diputado de vuelo bajo, el intento del diputado por
arrastrar a alguien más al polvo que le toca morder, por errores no forzados,
por ideología.
Pero quiero pensar que ese repudio generalizado que se extendió
en las redes sociales, antes que estalle lo de la piba de 15 años que ya
circulaba desde hace un tiempo en las redes social, tiene que ver con que un
importante sector de la población no está de acuerdo con que los paranaenses y
entrerrianos somos eso ni queremos consumir eso, y estoy convencido que las identidades
colectivas se construyen no con lo que los pueblos son si no con lo que los
pueblos desean ser.
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